sábado, 17 de diciembre de 2011

El tiempo puede cambiar...

El tiempo puede cambiar en enero

Llegó la hora de cambiar el tiempo, según algunos. Hay que dejar de mirar al cielo y regirse solamente por lo que dictan los relojes atómicos.

Pero otros se oponen. El momento de decidir tiene fecha: enero de 2012.
¿Dónde se determina qué hora es?

Si respondió, como la mayoría de los que les pregunté, en Greenwich, acertó… en parte.

Resulta que los mismos ingleses que, en el siglo XVIII, se pusieron en la tarea de establecer el estándar que le serviría de referencia al mundo durante más de 120 años, en 1955 se inventaron el primer reloj atómico preciso, y empezaron los problemas.

“Desde los años ‘20 se sabía, y antes se sospechaba, que el movimiento de la Tierra no es tan constante como se pensaba”, le dijo a al BBC Rory McEvoy, curador de horología del Observatorio Real británico.

GMT (Greenwich Mean Time o Tiempo Medio de Greenwich) se basa en el paso del Sol sobre el meridiano cero en Greenwich Park, en el sureste de Londres.

Pero al parecer, la Tierra no es un cronómetro fiable debido a un ligero bamboleo al girar sobre su eje, de manera que es mejor confiar en las vibraciones de los átomos, que pueden contar segundos con una precisión increíble.

O por lo menos eso es lo que proponen con vehemencia algunos países de la comunidad internacional. Sin embargo, otros se oponen a la idea con un ardor semejante.

El enfrentamiento de mentes se dará este próximo enero y la decisión puede literalmente cambiar el tiempo.

¿Qué?

¿Por qué quieren cambiar el tiempo?, le pregunté a Vadim Nozdrin, asesor de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UTI), un organismo especializado de la ONU.

“Buena pregunta”, respondió, “pero no sencilla… ¿tiene tiempo para que se la responda?”.

Y, pues sí. Si pretenden cambiar una de las pocas cosas que uno cree que entiende…

Volvamos al principio. Sí, Greenwich es todavía el lugar en el que se marca una de las tres escalas de tiempo: el Horario Universal, que se emplea en todo el mundo como línea internacional de cambio de fecha. El día empieza en ese meridiano.

Quienes trabajan con el tiempo, como Nozdrin, no lo llaman GMT sino UT1.
Pero hay otra escala de tiempo. El TAI, o Tiempo Atómico Internacional, es un estándar atómico de alta precisión, que no está ligado a un fenómeno astronómico.

“En este caso, el cálculo de un intervalo de tiempo es determinado por un fenómeno físico. Hay unos 400 relojes atómicos localizados en unos 50 países que recolectan, procesan e intercambia información que mandan al Bureau Internacional de Pesos y Medidas (BIPM)”, le explica Nozdrin a BBC Mundo.

Ese organismo, con sede en París, es el responsable de mantener el tiempo atómico.
Como la rotación de la Tierra no es exacta pero los cambios en los átomos sí, hay una diferencia entre el UT1 y el TAI.

Así que “en 1972 se trató de unificar las distintas escalas para ser más precisos. Se creo el UCT, Tiempo universal coordinado. Si la diferencia entre UT1 y TAI es de más de un segundo, el Servicio Internacional de Rotación de la Tierra puede regularlo, quitando o poniendo un segundo”.

Esos segundos se llaman ’segundos intercalares’.
Y eso es lo que se quiere simplificar: no más UT1, ni TAI, ni UCT, ni segundos intercalares.
Sólo una escala de tiempo, la atómica.


No es tan simple

Pero simplificar no es tan sencillo.

Lo que se viene en enero promete ser un encuentro de titanes.

Aún no se sabe con exactitud de qué lado del ring están los casi 200 miembros de la UTI, pero ya se tiene una idea de la posición de algunos pesos pesados.

En una esquina están 13 países, incluidos Estados Unidos, Francia, Italia y Alemania.

En la otra, el Reino Unido, China y Canadá.

Los primeros abogan por abandonar la escala antigua, arguyendo que los relojes atómicos son parte integral de la tecnología moderna. A bordo de cada satélite GPS, transmiten señales a los sistemas de navegación en automóviles, barcos y aviones para juzgar a su ubicación precisa.

Además, alegan que la precisión es esencial para el comercio en el mundo moderno. Las redes informáticas se comunican a través de zonas horarias y, con relojes atómicos como referencia, se pueden evitar errores, garantizar la seguridad y proporcionar una transferencia de datos fiable.

El problema es que esos aparatos no son técnicamente capaces de agregar o quitar segundos, así que no pueden ser ajustados.

Por eso, dicen, todo debe depender de ellos.


¿De los astros a los átomos?

No obstante, los que defienden mantener la medición del día arraigada a la Tierra, aseguran que sus opositores exageran los problemas que representa tener en cuenta el entorno astronómico.

Añaden que al ignorar la rotación del planeta en nombre de los aparatos que hoy en día lo hacen funcionar, el día de la Tierra se desfasaría, sin opción de ajuste, del día atómico. Pero por muy poco.

Aunque se trata de segundos, estos se van acumulando, ese es uno de los puntos que incomodan a quienes se oponen a condenar a Greenwich a las páginas de la historia.

El ministro encargado de ciencia del Reino Unido anticipa que “la posición británica es que mantendremos el tiempo real que es el que experimentamos los humanos, basado en la rotación de la Tierra y no en un reloj atómico… ¡eventualmente la medianoche ocurrirá al mediodía!”.

La polémica parece irreconciliable. Y en teoría, la decisión tiene que ser unánime. “Es por eso que durante los últimos diez años hemos estado llevando a cabo grupos de estudio”, señala Nozdrin.

“El resultado es que no hay acuerdo”, dice, y ríe derrotado.

El asunto debería ser definido en la Asamblea de Radiocomunicación que tendrá lugar entre el 16 y 20 de enero de 2012, seguida por la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones, 23 de enero al 17 de febrero 2012, en Ginebra.

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