Cuando hace un tiempo salió la noticia de que a una cucaracha se le había implantado un pila, muchos pensaron que nada más espeluznante, futurista y cercano a la ciencia ficción era posible. O cuando una cucaracha le dio vida a un robot.

Sin embargo, la investigación energética basada en animales está recién comenzando. Investigadores de la Universidad de Clarkson en Postdam, New York, anunciaron recientemente que se implantó con éxito una célula de combustible operacional en caracoles vivos.

Esta pila genera electricidad a partir de la glucosa que produce el caracol de forma natural. Cuando los caracoles comen y luego se relajan, continúan produciendo glucosa, la cual es consumida por electrodos biocatalíticos para producir electricidad, convirtiendo al caracol -ahora un aparato biotecnológico- en una fuente de bioenergía renovable.

Los caracoles pueden producir 7,45 microwatts (un microwatt es una millonésima parte de un watt) y sólo durante 45 minutos. Luego de ese período, la energía que producen decrece en un 80%.

Para un consumo sostenido, el voltaje debe ser reducido a unos 0,16 microwatts. Incrementar esta pequeño poder eléctrico supone un desafío adicional a una tecnología que de ser usada en gran escala causaría un gran revuelo entre organizaciones y activistas por los derechos de los animales.

El líder del equipo de investigación, profesor Evgeny Katz, afirma que los caracoles pueden vivir felizmente con la celda de biocombustible implantada. "Los animales son muy aptos, comen, beben y se arrastran. Nosotros nos encargamos de mantenerlos vivos y felices", dijo Katz en un artículo aparecido en la revista Nature.

 Aún así, el proyecto levanta varios problemas éticos que quizás requieran un nuevo conjunto de regulaciones sobre el uso de animales vivos en la producción de energía.

Además del proyecto similar con cucarachas, desarrollado por Daniel Scherson y colegas, otros proyectos de este tipo han sido financiados por el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Pero incluso con el creciente número de investigaciones con insectos y caracoles, este tipo de tecnología está todavía en su infancia y es difícil y costosa.

Una bioenergía más conocida, como la proveniente de las algas y los biocombustibles creados a partir de desechos orgánicos y compost, se hace más popular a medida que los científicos comienzan a explorar las posibilidades de aprovechar la naturaleza para producir energías renovables.

Pero al igual que los combustibles fósiles, la materia orgánica no es ilimitada y cuando se pone en uso en la producción de energía a gran escala, los materiales se vuelven más caros y escasos.

Puedes leer la investigation de Katz en el Journal of the American Chemical Society.
Fuente: Snails Plundered For Power—What Next? (Earth Techling)

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http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/las-energias-renovables-1387.html