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viernes, 12 de noviembre de 2010

El incríble holograma en concierto

Un holograma 3D es la estrella pop del momento en Japón

Hatsune Miku es una adolescente virtual que vende miles de discos, protagoniza videojuegos, recibe millones de visitas en Youtube, da conciertos y sus fans llenan estadios.
Vea el VIDEO.


La nueva sensación del pop en Japón según indicó la BBC es Hatsune Miku, la adolescente que llena estadios, vende miles de discos, millones fans la visitan en Youtube, pero que no es una persona real.

Es que Hatsune es un personaje virtual: no es de carne y hueso. Sin embargo, esto no le impidió a sus creadores darle una personalidad definida y

En sus conciertos en vivo, este adolescente virtual se muestra a través de un holograma 3D. La utilización de alta tecnología japonesa, permite ver a Hatsune moviéndose y cantando como si fuese de carne y hueso, mientras la banda -real- toca a su lado. (Vea el video)

Los rasgos son claramente basados en el manga y anime japoneses (historietas y dibujos del país asiático) Tiene cabello azulado, 16 años y mide casi 1.6 metros. En Japón es toda una estrella y se cree que su talento asegura proyección mundial.

El mundo ya conoce de estrellas virtuales y los más famosos son el grupo británico Gorillaz, considerada la primera banda de este estilo, creada en 1998.

La joven virtual japonesa llena estadios donde ofrece conciertos en vivo. Según la BBC, su nombre en japonés significa “el primer sonido del futuro”, ya que se compone de: “primero” (Hatsu), “sonido” (ne) y “futuro” (Miku).

Fue desarrollada por empresa Crypton Future Media, que utiliza la segunda versión del programa de sintetización de música bajo la tecnología llamada Vocaloid, que permite a los usuarios de PC crear su propia música.

McCartney en Recital BS AS

McCartney en River: all you need is Paul

El británico dio el primero de sus dos conciertos ante un Monumental repleto; tocó temas de su carrera solista, de su etapa con los Wings y grandes éxitos Beatle

Paul en River. Foto de Marcelo Gómez

Nueve en punto de la noche, ¿acaso importaba algo más para las 45 mil personas que colmaron el estadio de River? Antes, la ola del público desde las plateas superiores, el set acústico de Ciro y una extraña ansiedad suspirando en el aire. Lo importante, la primera estrofa de "Venus and Mars", aquel comienzo de un disco perdido de Wings, y el arranque hacia un sube y baja emocional tan parecido a las imágenes de la montaña rusa que ilustrará el tramo final del show montado en una furiosa versión de "Helter Skelter". Paul McCartney robó lágrimas, sedujo con su estampa bonachona, pero por sobre todo brindó un show cercano a la gloria.

Tocó casi tres horas, cantó como en los discos y resolvió la memoria con la sencillez de un viejo sabio: sin utilizar artificios de diseño y apelando sólo a la música como la máxima exaltación de un vínculo sagrado. Pocos tipos en el rock han cuidado tanto a la canción como lo ha hecho McCartney, y ahí están las pruebas: el primer lagrimón se escapó con "All My Loving" y Los Beatles revisando los archivos sensibles de todos los presentes.

Parte de esa dinámica, en donde el artista apunta al corazón y pega en el centro, tuvo en Macca a un maestro de ceremonia expresivo y atento a cada grito que llegaba desde el campo, habló en castellano y saludó cada gesto del público con algo más que una sonrisa de ocasión.

Muy cerca del bajista iconoclasta, una banda capaz de pasar del garage al salón sin torcer una pieza. Rusty Anderson, (guitarra líder), Brian Ray (guitarra y bajo), Paul "Wix" Wickens (teclados) y Abe Laboriel, Jr. (batería) trabajan al servicio de Sir Paul -en los juegos vocales o en los detalles instrumentales- y se apropian con notable solvencia del mundo Beatle. Por eso cuando suena "Got To Get You Into My Life" el sueño imposible parece cumplirse. Mucho más cuando Macca toca un piano de cola y decide qué temas de los Fab Four le pertenecen: "The Long And Winding Road" y "Let It Be", suenan como fueron registradas originalemente sin las cuerdas que introdujo Phil Spector en la versión final del disco que terminó con la carrera de los de Liverpool.

En una sesión continua de emociones encontradas pasaron los clásicos de Wings como "Band on the Run", el pirotécnico "Live and Let Die" y el tema dedicado a Linda McCartney, y "a todos los enamorados". También quedó lugar para el interesante proyecto bautizado como The Fireman. Sin embargo, lo mejor de la noche estuvo cuando sonaron los pesos pesados de la mejor banda del mundo: "Eleanor Rigby", "Yesterday" y "Hey Jude". No faltaron los homenajes a Lennon y Harrison, con sentidas versiones de "A Day in the Life" y "Give Peace A Chance", en forma enganchada, y "Something", que cautivo al público.En la misma frecuencia, "Here Today" descubrió otro gesto de Paul hacia John.

El final, con Paul intacto y su banda en llamas, desfilaron "Day Tripper" y "Get Back" con sus modos de combinar pop y rock para la eternidad, el momento ineludible junto a "Yesterday" y el ataque punk desde la vigencia furibunda de "Helter Skelter". Más no se podía pedir, pero hacía falta un cierre en lo más alto: "Sgt Pepper's." y la pregunta en donde concluye todo, "¿Estarás en mis sueños esta noche?" ("The End").
Por Oscar Jalil